Para los más pequeños, el descanso durante el día es tan importante como el de la noche. El hábito de dormir la siesta tiene grandes beneficios para los niños.
Durante los primeros cuatro o cinco años de vida se recomienda que los niños descansen un rato después de la comida, pues esta rutina repercute positivamente en su desarrollo.
Les permite estar más tranquilos, menos irritables, más sociables, más atentos y le ayuda a similar mejor lo aprendido durante el día.
Los períodos de descanso diurno se van acortando a medida que el niño va creciendo. Primero desaparece la siesta de la mañana y más tarde, más o menos a partir de los cuatro años, acabarán eliminando la de la tarde.
Según investigaciones sobre el sueño infantil, una pérdida pequeña de tiempo de sueño de manera prolongada en el inicio de la infancia se relaciona con un peor rendimiento escolar.
Hay niños que les basta con veinte minutos de siesta mientras que otros duermen más tiempo, incluso hay quienes a veces quieren dormir y otras no.
Dormir la siesta es una necesidad fisiológica, pero cada niño es diferente y por tanto cada uno tiene sus propias necesidades de sueño. Hay etapas en el que el mundo es tan estimulante que se niegan a “perder tiempo” para explorarlo.
En nuestro colegio Juan PabloII-Guadarrama se echan la siesta los niños de 3 años y se ofrece la posibilidad de que los de 4 y 5 años que lo necesiten también puedan hacerlo.
No es cuestión de forzarles, pero sí de ofrecerles la posibilidad y preparar el ambiente para que duerman.
Es importante establecer una rutina para dormir la siesta, más o menos siempre a la misma hora, nosotros les acostamos a las 14,00h. después de la comida y un rato de juego, con algo de luz diurna y un ambiente tranquilo con la música apropiada para favorecer la relajación.
En algunos colegios se elimina la hora de la siesta, generalmente por falta de espacio, haciendo que esta desaparezca demasiado pronto, cuando todavía hay niños que la necesitan.
Dormir la siesta tiene importantes beneficios para el desarrollo infantil, por tanto, es un hábito que se debe intentar fomentar.
La siesta no tiene que convertirse en una batalla, pero si la favorecemos, además de descansar y ayudar al niño a reponer fuerzas para el resto del día, contribuirá también a mejorar su aprendizaje.